Hoy ha sonado el despertador, siempre a la misma hora, pero he sentido que ha sido más pronto de lo habitual.
Supuestamente he dormido 7 horas, lo normal. Pero tengo la sensación de que me he pasado cuatro horas dormitando, entre pensamientos impensables y unas ganas de dormir, que a fuerza de dormir no hacían más que apretar mi cabeza. Ha sido del todo cuanto menos, unas noche horrible.
Lo peor de todo llegó cuando quise levantarme.
Normalmente, me levanto, preparo el desayuno (un simple café y dos o tres galletas integrales, que una fumará y todo lo que quieras, pero el hecho de que sean integrales me quita peso de mi conciencia) y nada, había como una especie de mancha en el colchón, que hablando en plata, era menstruación.
¡ Maldita la hora!
Iba justa de tiempo, y es que el despertador sonó a la misma hora, pero me quedé en la cama bostezando como una media hora. y claro, ahora ésto. Menuda desgracia.
Se me ha vuelto a adelantar, otra vez más, como el mes pasado, pero esta vez me ha pillado en la cama, con esas blancas sábanas, que no importa que sean blancas, el caso es que hay que limpiarlas cuanto antes.
Vamos, que ni desayuno ni nada, me he levantado sobresaltada (una buena forma de despejarse, eso sí) y he corrido cuanto antes la baño, no sea que muera desangrada y manche toda la casa. Cosa que, por cierto, espero no se crean los hombres que lean ésto. Eso si me leen, que hombres leyendo algo que no sea excitante es casi como un milagro.
Bueno, el caso es que ni he desayunado, ni me he podido arreglar ni nada.
He bajado a trabajar tal que así, sólo me faltaba el pijama para parecer realmente que me iba a la cama en vez de a trabajar.
Lo peor, sin duda, el metro, el metro de Madrid, es una forma clara y precisa y sobre todo muy muy OBJETIVA para saber si vas o no vas bien arreglad@.
Ni falta hace recordar que los viajeros son como escáneres que me han hecho pasar una vergüenza terrible. Además siendo sábado, había jóvenes volviendo de fiesta, demacrados, apestando a drogas y sexo, y me atrevería a decir que más de uno del vagón ha pensado que yo era una cabra loca más que a saber de qué antro había salido.
Ya en el trabajo he conseguido algo de tiempo para sacar partido del neceser que siempre llevo en el bolso y nunca utilizo, así que unas pinceladas de maquillaje creo que nunca me habían sentado tan bien.
Desde luego, eso es lo que yo llamo, tener buen despertar.
Besitos.
lunes, 21 de septiembre de 2009
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